viernes, 8 de junio de 2012

POLÍTICA CULTURAL E INTEGRACIÓN REGIONAL


POLÍTICA CULTURAL E INTEGRACIÓN REGIONAL

 Es indiscutible  y evidente que la  división de las funciones estatales en tres ramas  del poder público, cuyas funciones  promueven y mantienen  un equilibrio entre quienes legislan, quienes juzgan y quienes dirigen, poder legislativo, ejecutivo y judicial del estado, que de igual forma, regulan todos los ámbitos de la vida política y económica de los  ciudadanos, también influyen, y más que eso, determinan  significativamente  el campo de la cultura ya que promueven, procuran o por el contrario, desechan o invisibilidad las posibilidades y los aspectos relacionados con el arte, la comunicación, las tradiciones y las costumbres.

Razón se halla en las consideraciones de García Canclin al aseverar que:    …”los estados son  responsables de administrar el patrimonio histórico, tanto material como inmaterial, desde los grandes monumentos hasta las manifestaciones de la cultura popular (la lengua, la música, las fiestas y danzas tradicionales”.

La parcialización de que habla García Canclin - también cierta-  por parte del estado al promover la cultura de las élites como aquella deseable para la totalidad de la población, negando u ocultando culturas tradicionales o ancestrales que mostraban una cara “atrasada” de los países latinoamericanos, tristemente,  va más allá de ser ejercida solamente por el estado para constituirse en un patrón en nuestra sociedad.


Lo verdaderamente autóctono en  nuestro país no es reconocido como merecedor de nombrarse al mundo exterior  con orgullo  o como fuente de identidad,  como en países como México, Bolivia y Cuba;  en  contrario, muchas de las manifestaciones de las culturas precolombinas antecesoras del  mestizaje, ancestro cultural y genealógico son de timorato reconocimiento y para muchos, especialmente para los más jóvenes fuente de apocamiento y casi vergüenza.  Esta vergüenza y rechazo se evidencia en la mutación y resignificado de vocablos provenientes de las lenguas precolombinas como la chibcha, donde términos como guache era utilizado para designar un varón joven fuerte, bien formado, sin embargo hoy denota una falta de modales, respeto y cultura. Otro ejemplo es el término, guaricha, que significaba, una cualidad para una joven atractiva, hermosa y agraciada,  hoy en cambio el mismo termino denota un insulto para una mujer de inaceptable y reprochable conducta.





Son innumerables estos ejemplos que evidencian el desprecio por nuestros precursores  ancestrales y culturales; uno de ellos es  el descrédito por las formas de conocimiento de los  médicos, brujos, mamas, indígenas, su medicina tradicional, sistemas filosóficos y de  creencias.

El  orgullo nacional se va dando en culturas ya regionales y muy posteriores,  muchas con injerencias  ya foráneas de los conquistadores y colonizadores.  Definitivamente es allí donde se evidencia los resultados de una campaña de desprestigio dada desde la conquista y  colonia y luego la república en adelante donde se desdibuja y denigra  totalmente una cultura a favor de una foránea. 



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